Por el doctor Lucas Raspall, médico psiquiatra, psicoterapeuta. Vocero en Argentina de la Fundación América por la Infancia.
Las líneas que siguen no pretenden ser el cierre de ninguna discusión; muy por el contrario, sólo las ofrezco como reflexiones que sumen a abrir nuevos interrogantes. Se trata de 5 sugerencias redactadas en clave de lo que necesitan las niñas y los niños, 5 párrafos que nos corren del centro –sin desconocer que las necesidades y dificultades de los adultos también son legítimas- para observar cómo podemos acompañarlos a ellos en este ansiado regreso a la escuela.
- Un camino de rutas desconocidas
No podemos mandar a los chicos y las chicas a la escuela como si nada hubiera pasado, como si el Covid-19 no hubiera irrumpido en nuestro recorrido y cambiado todas las dinámicas de nuestra vida. El año pasado fue muy difícil, lleno de cambios inesperados, y éste también trae rutas desconocidas. Cuanto mucho podemos ver una parte del camino, a un corto o, cuanto mucho, mediano plazo: cómo vamos a empezar, cómo creemos que va a ser marzo y quizás abril. Pero como en todo camino sinuoso, no sabemos qué se esconde detrás de la curva. Torcemos el cuello para intentar mirar más allá, pero no se ve. Y ahí se agita laincertidumbre, palabra que ineludiblemente va de la mano de un cierto monto de malestar, más o menos manejable, dependiendo quien lo mire: de esto se trata la hoja de ruta escolar que nos toca arrancar.
- La anticipación como recurso
Es importante que dediquemos tiempo para anticiparles a los chicos y las chicas toda la información que tenemos sobre qué y cómo van a encontrar la escuela y las personas que la habitan: docentes, porteros, compañeros… Y, por supuesto, cómo son los protocolos –una de esas palabras que supo ganar protagonismo en estos tiempos-, esas guías que buscan orientar la manera en que nos cuidamos. También vale poner arriba de la mesa las dudas y lo que no tenemos del todo claro aún, procurando transmitir tranquilidad y convicción de que cada uno de nosotros va a estar poniendo lo mejor de sí para que todo salga bien. De esto se trata anticipar, un recurso muy valioso para que niñas y niños puedan gestionar de mejor modo las situaciones que van viviendo en este marco nuevo y desconocido. La anticipación tranquiliza, templa ansiedades y malestares que, de no hablarlos, estarían agitándose de manera explícita o implícita, en el cuerpo y la cabeza de niñas y niños.
- Habilitar y facilitar la expresión de las emociones
El tránsito por las emociones requiere de la compañía de un adulto que lo habilite y le facilite el camino, tanto para expresar lo que vivió, reconociendo y validando el amplio abanico de experiencias, como para contar lo que imagina que sucederá. Ansiedad, miedo, tristeza, enojo, frustración… no ahoguemos ningún sentimiento, ni sofoquemos ninguna opinión. Por el contrario, garanticemos un tiempo y un espacio para que las emociones puedan tener un lugar, facilitando su abierta y sincera expresión. Entonces tendremos la valiosísima oportunidad de acompañarlos en la organización de sus experiencias, de ordenar esa narrativa que permite tener más clara la secuencia, por qué se sienten así, qué piensan al respecto, cuáles son las recomendaciones, cuáles son los riesgos, cuáles son sus responsabilidades.Por esto y para esto, a la vuelta de la escuela, madres, padres y todo adulto referente debería, más que revisar la mochila o los cuadernos, explorar sus cabecitas y corazones.
- El cuidado es de todos, un trabajo conjunto entre la escuela y las familias
Si algo positivo nos dejó y deja esta pandemia, con lo que cuesta encontrarle este lado, es que, para salir adelante, debemos cuidarnos entre todas y todos. La escuela hará lo propio, ajustándose a los protocolos indicados por las autoridades sanitarias, y las familias serán muy respetuosas de su parte: esta vez, a diferencia de años pasados, un dolor de cabeza, una tos o algún otro síntoma deberá llamarnos a ser cautelosos y no mandar al niño o la niña a la escuela. Los adultos debemoscomprometernos a esto, entonces las chicas y los chicos se sentirán seguros. Pensemos junto a ellos y la escuela los problemas con los que se encontraron y cómo los resolvieron, buscando otras acciones posibles para afrontarlos los días que siguen. Enseñémosle a hacerse responsables de las consecuencias de sus acciones, predicando siempre con el ejemplo. Y si hay contagios o algún niño o niña presenta síntomas, sepamos explicarles queno es su culpa; no hay demonios en esta historia. Son muchas las variables que no podemos controlar en este contexto; las que sí podemos, esa es nuestra responsabilidad.
- Vuelta a la escuela, con calma, optimismo y alegría
Por último, aunque este párrafo también podría haber sido el primero, el retorno presencial a las aulas es el resultado de que, como sociedad, al menos, muchas cosas hicimos bien. Que todos y todas estemos conformes con la propuesta marco que el Ministerio de Educación ha ofrecido, es imposible: sostendremos el debate en los espacios pertinentes, el tiempo que haga falta. Pero a la hora de hablar con nuestros hijos e hijas, llevemos calma, optimismo y alegría. No sumemos al malestar y a las dificultades ya existentes; no le hagamos más pesada la carga a nuestras hijas e hijos.
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