Se cumplen 48 años de la etapa más oscura que vivió la Argentina en toda su historia. Es una jornada para no olvidar, y para renovar el pedido permanente de Memoria, Verdad y Justicia.
El 24 de marzo de 1976 comenzaba en Argentina una de las épocas más dramáticas. En la madrugada de ese día, mandos superiores de las Fuerzas Armadas tomaron el poder de facto a través de un golpe de Estado y derrocaron al gobierno constitucional de Isabel Perón.
Los sediciosos estaban encabezados por la tristemente célebre “Junta”, a cargo del general Jorge Rafael Videla (Ejército), el almirante Emilio Eduardo Massera (Armada) y el brigadier Orlando Ramón Agosti (Fuerza Aérea). Ellos fueron las caras visibles de lo que -en realidad- pretendían ocultar: el mismísimo horror. La gran tragedia argentina.
Así comenzó una dictadura cívico-militar que duraría hasta 1983. Entre los años en que duró esta dictadura, más de 30 mil personas fueron desaparecidas, se perpetraron miles de secuestros, privaciones ilegítimas de libertad, torturas en centros clandestinos de detención, apropiación de recién nacidos y exilios forzados de miles de argentinos.
La excusa de los militares fue que el país estaba viviendo una violencia creciente entre las facciones de izquierda y derecha. Con esa excusa realizaron el golpe de Estado.
Una vez en el poder, a través de este golpe militar, se inició de lo que llamaron “Proceso de Reorganización Nacional“, que consistía en una ofensiva militar contra la guerrilla. Derrocaron al gobierno de la presidenta María Estela Martínez de Perón. Se inició una etapa oscura en nuestro país, y muy dolorosa.
El régimen militar persiguió, detuvo, interrogó, torturó y ejecutó a 30 mil personas. Algunos eran guerrilleros, otros colaboradores, otros tan sólo estaban contra el golpe, y otros tantos eran simples civiles que no tenían relación alguna con la guerrilla.
Se instalaron los centros clandestinos de detención. Allí, llegaba mucha gente, muchos de ellos se convirtieron en “desaparecidos”. Asesinados, enterrados en fosas comunes o hasta arrojados al mar en aviones de las fuerzas armadas. Una etapa oscura (la más oscura tal vez) para la Argentina toda, que duele hasta nuestros días.
Los militares golpistas justificaron su accionar ilegal bajo el argumento de que “el orden democrático no servía para restablecer la paz”. Disolvieron el Congreso, establecieron la pena de muerte para los subversivos, suspendieron las libertades ciudadanas, removieron a la Corte Suprema de Justicia, intervinieron los sindicatos obreros y las universidades, proscribieron las actividades partidarias, y crearon un órgano de censura para todo tipo de medios de comunicación. Ese fue el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”.
Del otro lado, miles de familias perdieron a sus hijos, esposos, nietos, amigos. Fueron siete años de dictadura donde no se sabe con exactitud la cantidad de desaparecidos. Organismos de derechos humanos cuentan 30 mil desaparecidos, entre los que se cuentan unos 500 niños, que eran adoptados ilegalmente luego de nacer en los centros de detención.
Ya en 1982 el gobierno militar no podía sostenerse como quería. Fue momento de dejar de mirar al costado y accionar. Las protestas llegaron para buscar poner punto final a esta era del horror.
De este modo, los militares golpistas cayeron con el último manotazo de ahogado: la absurda guerra en las Islas Malvinas, que ocupaban los ingleses. Fue el final, tras una derrota que generó más dolor y la pérdida de jóvenes sin instrucción, con elementos en mal estado, que dejaron sus vidas por la Patria.
El 30 de octubre de 1983 se llamó a a elecciones, y el 10 de diciembre volvió la democracia a la Argentina.
En medio del dolor y muertes, aquella época oscura generó el nacimiento de organismos de luchadoras incansables en la búsqueda de los paraderos de sus familiares como las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo.
El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y Justicia es una fecha en la que se conmemora y busca mantener vivos en la reflexión y memoria social los tristes acontecimientos producidos en la última dictadura militar.
El 24 de marzo debe servir a todos los argentinos y argentinas, para recordar, reflexionar sobre los horrores de la dictadura, pero -sobre todo- para comprometerse con un destino pleno y en libertad.
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